domingo, 15 de febrero de 2015

Hablamos mucho,
una chica, sentí, al borde de llorar.
Decíamos sobre la nueva guerra
cosas venturosas, quiénes éramos,
mucho vino.
Después me fui, nos fuimos
como un gesto contra alguien o algo
y a mí me quisieron robar,
como un gesto desesperado pero lento
en medio de la oscuridad 
hacia alguien o algo
cuya existencia, y no digamos
cuya complicidad, era ya dudosa
para todos
y por eso el gesto, todos los gestos
semejaban a la mano
que se pasa frente a los ojos del paciente
para ver si reacciona.
Mientras corría escuché a los pibes
putearme
y a la cuadra me crucé a dos policías
pero no dije nada.
Caminé hasta mi casa
dándome vuelta cada 5 metros,
mi cuerpo es mi responsabilidad.
Habíamos hablado de las guerras
que se vienen, como quien limpia
con su aliento los lentes de lectura
apoyado contra el cadáver de un caballo.
Me fui en pedo.
Ese es el poema.
Me fui en pedo y sonriendo.
No me pudieron robar
aunque me lo merecía, como todos
aunque no tanto como otros,
como aquellos.
Al llegar a mi casa sólo quería una mujer.
Una amable y silenciosa presencia femenina.
Al llegar a mi casa no encendí ninguna luz.
Eso fue lo más parecido al amor
que pude lograr.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario